lunes, 14 de enero de 2008

LOS OBSTÁCULOS DE LA DEPORTISTA.


La capacidad física del organismo es diferente entre las mujeres y los hombres

Las diferencias en la configuración anatómica, perfil hormonal y composición corporal son desventajas que deben superar las mujeres frente a los hombres a la hora de afrontar el ejercicio físico.
EL MUNDO 22/05/97
IGNACIO ROMO

Las mujeres siguen por detrás de los hombres en las tablas de records a pesar de los indudables progresos registrados en el deporte femenino. Las listas de mejores marcas en especialidades como atletismo, natación, halterofilia o ciclismo siguen mostrando diferencias que rondan el 10% entre los mejores registros masculinos y los femeninos. Esta ventaja se mantiene constante en todas las disciplinas, ya sean de velocidad, potencia o resistencia y evidencia (por encima del argumento de que hay menos mujeres que practican deporte) una diferente capacidad física del organismo entre los sexos. Lo cierto es que la diferencia fundamental entre la constitución física del hombre y la mujer estriba en que, como promedio, el hombre es más alto y pesa más. ¿Por qué son más altos los hombres? La razón, según afirman hoy en día todos los expertos, hay que buscarla en las diferencias hormonales.
Los estrógenos, hormonas características del sexo femenino, son los responsables de que el crecimiento de las adolescentes se detenga dos años antes que el de los varones. Incluso tomando dos grupos de igual estatura, los hombres poseen un peso medio superior al de las mujeres y esto se explica por la diferente composición corporal entre ambos sexos. En realidad, es aquí donde reside la principal desventaja de la mujer cuando se compara su rendimiento deportivo con el de los varones.
Una mujer presenta, en porcentaje, aproximadamente el doble de grasa corporal que un hombre de similar actividad física. En personas normales la grasa supone el 24% del organismo de una mujer frente a un 14%, que corresponde al hombre.
En los deportistas profesionales, el hombre suele presentar un 4% de grasa corporal frente
a un 9% de la mujer. Para el deportista, la grasa representa una especie de lastre, una carga que hay que desplazar, pero que, al contrario que el músculo, no es capaz de generar movimiento. El factor fundamental de la diferente constitución corporal no parece estar solamente en el hecho de que la mujer presenta más grasa sino en que, a igualdad de peso, esa menor cantidad de grasa está sustituida por masa muscular en el hombre. Como media, una mujer de 55 kilos tendrá aproximadamente unos 16 kilos de músculo, tres menos que un varón de igual peso. A comienzos de los años 70, cuando se retiró la prohibición de correr maratón a las mujeres, dos fisiólogos de prestigio (el alemán Ernst van Aaken y la doctora Joan Ullyot) se atrevieron a pronosticar que ese mayor porcentaje de grasa corporal en la mujer le llevaría algún día a superar los registros conseguidos por los hombres en la carrera de maratón. La hipótesis era sencilla: en los últimos kilómetros de una carrera de maratón (son 42,195 en total), una vez vaciados los depósitos de glucógeno, los atletas comienzan a convertir la grasa, utilizándola como fuente de energía. Debido a que las reservas de grasa son mayores en la mujer, ellas deberían superar a los hombres en los kilómetros finales. La teoría iba acompañada de la rápida progresión del récord del mundo femenino de maratón, debida fundamentalmente a que se encontraba en sus primeros estadios.
El tiempo se ha encargado de echar por tierra esta hipótesis. Dos décadas después, el récord
mundial masculino de maratón está situado en dos horas, seis minutos y 50 segundos, mientras el femenino está estancado en las dos horas, 21 minutos, seis segundos que consiguió la noruega
Ingrid Kristiansen en Londres hace ya 12 años. Una reciente teoría del investigador sudafricano Tim Noakes justifica las diferencias entre los records masculinos y femeninos no sólo por el mayor promedio de masa muscular que posee el hombre, sino también porque la calidad muscular es diferente. Según el doctor Noakes, los hombres suelen aventajar en un 10% a las mujeres en su capacidad para generar trabajo muscular debido a un mejor transporte de calcio al interior de las células del tejido muscular y, también, porque es superior la actividad de la enzima denominada miosina ATPasa. Además de las diferencias en la proporción músculo/grasa, una mujer presenta una serie de desventajas en su configuración anatómica que disminuyen su capacidad física si se la compara con un hombre de su misma talla y peso. La primera de ellas estaría en el menor tamaño decorazón y pulmones, con un volumen cardiaco menor en un 25%. La mujer presenta además una cantidad inferior de sangre en su organismo, con un total aproximado de 4,5 litros frente a un promedio de 5,5 en el hombre. A más cantidad de sangre, es obvio que existe una mayor capacidad de transporte de oxígeno al músculo a través de la hemoglobina.
Por último, la mujer presenta un promedio de hematocrito (glóbulos rojos en el total de sangre) de 42% frente al 47% del varón. A modo de ejemplo, para transportar un litro de oxígeno al músculo, las mujeres necesitan procesar nueve litros de sangre; los hombres, sólo ocho. Según recientes estudios, la mujer parece estar afectada además por un mayor número de lesiones de ligamentos en comparación con el hombre. La hiperlaxitud de ligamentos de la mujer parece ser la causa de una mayor incidencia de luxaciones de tobillo y de codo, pero la principal diferencia está en una mayor inestabilidad en la articulación de la rodilla. Las mujeres presentan además una pelvis más ancha. Esta configuración ósea, ideal para el parto, supone una desventaja a la hora de practicar deporte, ya que el hecho de poseer una pelvis más ancha disminuye la eficacia mecánica de las piernas a la hora de correr. El fémur pierde verticalidad y esa mayor angulación produce un excesivo acercamiento de ambas rodillas en plena carrera. Como consecuencia, el riesgo de sufrir lesiones en la rodilla aumenta.
Lesiones
La fragilidad de la rodilla en la mujer deportista puede deberse también a un equilibrio diferente
entre el cuádriceps (el gran músculo situado en la cara anterior del muslo) y el tendón de Aquiles, que se ancla en la cara posterior del talón. Por lo general, los hombres presentan mayor masa muscular debido a los altos niveles de hormona masculina, de efecto anabólico, pero incluso en mujeres más fuertes los tendones de la pierna son débiles. En definitiva, y probablemente por una mezcla de ambas hipótesis, la realidad es que la mujer deportista presenta una mayor incidencia de problemas en la rodilla, especialmente en lesiones del ligamento cruzado anterior. Por último, una deportista es más susceptible de sufrir fracturas óseas debido a un complicado círculo vicioso producido, paradójicamente, por un exceso de entrenamiento. La pérdida de una cantidad excesiva de grasa corporal conduce en muchos casos al cese de la menstruación. Si esta situación se prolonga, se puede producir una pérdida prematura de masa en los huesos (osteoporosis) debida a una caída de los niveles de estrógenos en la sangre.

La tragedia de una gimnasta. Fallece en Moscú la rusa Elena Mujina, en silla de ruedas desde 1980 por una lesión.


A. I - Madrid - 27/12/2006
Veinticinco años después de ser condenada a una silla de ruedas, la ex gimnasta
soviética Elena Mujina murió el viernes en Moscú a los 45 años. Su muerte pone fin a
uno de los episodios más negros de la gimnasia, resultado de mezclar una gravísima
lesión con el ostracismo y la confusión típicos de la era soviética. Mujina logró el título
de campeona del mundo en 1978 en Estrasburgo, un año después de conseguir tres
medallas de oro en los Europeos de Praga.
Recibió en 1982 la Orden Olímpica de manos de Juan Antonio Samaranch
Faltaban sólo dos semanas para que Moscú inaugurara sus Juegos Olímpicos de 1980.
Concentrado en Minsk (hoy Bielorrusia), el equipo femenino de gimnasia preparaba una
cita que se había convertido en una revancha. Y no por el anunciado boicot de EE UU y
otros países al evento -la gimnasia era entonces un deporte dominado por los países de
la Europa del Este-. Lo que preocupaba a los responsables del equipo femenino era que
la rumana Nadia Comaneci, la misma que había asombrado al mundo, y no sólo
gimnástico, cuatro años antes, repitiera hazaña en suelo enemigo. Y eso que un par de
años antes parecían haber encontrado un antídoto en la dificilísima gimnasia de Elena
Mujina, en esos momentos recién recuperada de una lesión.
Lo único que trascendió en esos días es que Mujina no participaría en los Juegos
Olímpicos por una lesión. Poco a poco se fueron conociendo datos, que hoy repiten
todas las páginas webs especializadas. Que Mujina probaba en suelo una serie. Que su
cuerpo cayó pasado de giro. Que el primer impacto fue con la barbilla. Que se le
rompieron varias vértebras. Que quedó en silla de ruedas y paralítica.
No se volvió a saber nada de ella hasta que en 1982 el presidente del Comité Olímpico
Internacional, José Antonio Samaranch la impuso la Orden Olímpica. Había vuelto a
vivir con su abuela, que se hizo cargo de Mujina con tan sólo cinco años, después de
que la madre de ésta muriera en un incendio. En 1988 la joven moscovita cuestionó en
una entrevista el modelo soviético del deporte: "Ni culpo ni condeno a nadie por lo que
sucedió", subrayaba entonces; "fui estúpida. Lo único que quería era justificar la
confianza que habían puesto en mí y ser una heroína". También colaboró con periódicos
de su país. Poco más se sabe.
A pesar de su trágica vida, el legado gimnástico de Mujina sigue vivo. Veinticinco años
después de su desgracia, algunos de los elementos que ella fue la primera mujer en
ejecutar, como la pirueta mortal en suelo, siguen presentes en los mejores ejercicios del
mundo.

El 75% de los estadounidenses tendrá sobrepeso en 2015

Actualizado jueves 26/07/2007 20:21 (CET) BEATRIZ ROSELLÓ. EL MUNDO

MADRID.- Investigadores de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EEUU) han
realizado un estudio que muestra que en el año 2015, si se mantiene la tendencia actual,
ser gordo será lo habitual en Estados Unidos: un 75% de la población adulta tendrá
sobrepeso, y dentro de este porcentaje, un 41% sufrirá obesidad.
Para llevar a cabo el trabajo, el equipo del doctor Youfa Wang ha examinado informes
estatales, realizados entre 1990 y 2006, sobre la incidencia del sobrepeso entre los
estadounidenses. Además, estos investigadores han tenido en cuenta otros estudios
dirigidos a grupos minoritarios que no estaban representados en esos documentos
oficiales.
Los trabajos analizados en el estudio, que ha sido publicado en la revista
'Epidemiologic Reviews', utilizaron como indicador de sobrepeso el
índice de masa corporal (IMC); una relación entre el peso del individuo y su
altura elevada al cuadrado. Así, tendrán sobrepeso aquellas personas cuyo IMC sea 25 o
más, y serán obesas aquellas con un índice de 30 ó más.
Según ha declarado el doctor Wang a la agencia Reuters, los resultados generales de la
investigación muestran que la obesidad constituye en la actualidad un problema de
salud pública en la población estadounidense. El estudio descubre que en los años
2003 y 2004, el 66% de los adultos tenía sobrepeso y que este
porcentaje ascendía hasta un 70% al examinar el IMC de los mayores de 60 años.
Asimismo, el análisis de este problema en niños y adolescentes tampoco presenta
resultados positivos; se prevé que un 24% tendrá sobrepeso u obesidad en el 2015.
Pese a estos datos generales, la tendencia no es la misma en todos los grupos de
individuos. El estudio revela, por ejemplo, que se dan más casos de obesidad en
personas de raza negra (un 80% de las mujeres de color tienen sobrepeso) y descubre
menores índices de masa corporal en los asiáticos. También se observan desigualdades
en función de la zona geográfica: las mayores tasas de sobrepeso se dan en los estados
del sureste del país.
Obesidad y estatus socioeconómico
El equipo del doctor Wang considera que el estatus socioeconómico de cada colectivo
no debe entenderse como el único factor que produce estas diferencias en los niveles de
obesidad. Así, el estudio indica que cada grupo de individuos convive con una serie de
peculiaridades, como el estilo de vida o el entorno social y geográfico, que influyen en
que estos niveles varíen de un grupo a otro. No obstante, los autores intuyen que hay
cierta relación bidireccional entre el estatus socioeconómico y el sobrepeso, ya que este
último perjudica a los individuos a la hora de encontrar trabajo o pareja.
Las conclusiones del estudio muestran que los niveles de sobrepeso y
obesidad, tanto en adultos como en niños estadounidenses, se han duplicado
desde 1970 y que esta tendencia va en aumento. Uno de los elementos señalados en
el trabajo como posible causa del fenómeno, es el incremento del tamaño de las
porciones de comida.
Los investigadores prevén una intensificación del problema, de forma que la
obesidad podría llegar a convertirse en una epidemia en este país.
Por ello, desde el estudio se resalta la necesidad de combatirlo mediante la colaboración
de las autoridades, la industria, los profesionales de la salud, así como de la propia
sociedad estadounidense.

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