lunes, 14 de enero de 2008

La tragedia de una gimnasta. Fallece en Moscú la rusa Elena Mujina, en silla de ruedas desde 1980 por una lesión.


A. I - Madrid - 27/12/2006
Veinticinco años después de ser condenada a una silla de ruedas, la ex gimnasta
soviética Elena Mujina murió el viernes en Moscú a los 45 años. Su muerte pone fin a
uno de los episodios más negros de la gimnasia, resultado de mezclar una gravísima
lesión con el ostracismo y la confusión típicos de la era soviética. Mujina logró el título
de campeona del mundo en 1978 en Estrasburgo, un año después de conseguir tres
medallas de oro en los Europeos de Praga.
Recibió en 1982 la Orden Olímpica de manos de Juan Antonio Samaranch
Faltaban sólo dos semanas para que Moscú inaugurara sus Juegos Olímpicos de 1980.
Concentrado en Minsk (hoy Bielorrusia), el equipo femenino de gimnasia preparaba una
cita que se había convertido en una revancha. Y no por el anunciado boicot de EE UU y
otros países al evento -la gimnasia era entonces un deporte dominado por los países de
la Europa del Este-. Lo que preocupaba a los responsables del equipo femenino era que
la rumana Nadia Comaneci, la misma que había asombrado al mundo, y no sólo
gimnástico, cuatro años antes, repitiera hazaña en suelo enemigo. Y eso que un par de
años antes parecían haber encontrado un antídoto en la dificilísima gimnasia de Elena
Mujina, en esos momentos recién recuperada de una lesión.
Lo único que trascendió en esos días es que Mujina no participaría en los Juegos
Olímpicos por una lesión. Poco a poco se fueron conociendo datos, que hoy repiten
todas las páginas webs especializadas. Que Mujina probaba en suelo una serie. Que su
cuerpo cayó pasado de giro. Que el primer impacto fue con la barbilla. Que se le
rompieron varias vértebras. Que quedó en silla de ruedas y paralítica.
No se volvió a saber nada de ella hasta que en 1982 el presidente del Comité Olímpico
Internacional, José Antonio Samaranch la impuso la Orden Olímpica. Había vuelto a
vivir con su abuela, que se hizo cargo de Mujina con tan sólo cinco años, después de
que la madre de ésta muriera en un incendio. En 1988 la joven moscovita cuestionó en
una entrevista el modelo soviético del deporte: "Ni culpo ni condeno a nadie por lo que
sucedió", subrayaba entonces; "fui estúpida. Lo único que quería era justificar la
confianza que habían puesto en mí y ser una heroína". También colaboró con periódicos
de su país. Poco más se sabe.
A pesar de su trágica vida, el legado gimnástico de Mujina sigue vivo. Veinticinco años
después de su desgracia, algunos de los elementos que ella fue la primera mujer en
ejecutar, como la pirueta mortal en suelo, siguen presentes en los mejores ejercicios del
mundo.

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